Durante años, David Ribas ha recorrido las cuencas papeleras del Anoia y del Riudebitlles para visitar molinos papeleros. En los miradores, espacios donde se extendía y se secaba el papel, es donde ha podido fotografiar centenares de grafitis de diversa tipología. En la obra que tenéis en las manos hay una selección. Estos grafitis son la voz silenciosa de los primeros trabajadores alfabetizados de esas fábricas, que entre tarea y tarea encontraban un momento para dejar en ellos este rastro de vida. Encontramos cálculos contables directamente vinculados al trabajo, pero también efemérides, dibujos, versos… que, con trazo sencillo, documentan la vida cotidiana.
Ton Lloret Ortínez
Los grafitis son arte. Siempre lo han sido. No hay ningún argumento razonable que alguien pueda esgrimir para negarlo. Otra cosa es que haya gente que deteste ver grafitis por las calles. Nadie ha dicho que el arte tenga que ser bonito, cómodo o indolente.
Joan Maria Minguet
David Ribas (Barcelona, 1957) estudió pintura y revestimientos murales. Como pintor, ha realizado estancias de trabajo en Marruecos, Mallorca, Japón y Cerdeña, que ha compaginado con la investigación artística continuada en su estudio en Sant Pere de Riudebitlles. Ha expuesto en diferentes ciudades de Cataluña y España y, a nivel internacional, en Tokio, Alguer, Tánger, Tetuán y Francia. También ha participado en exposiciones colectivas en Barcelona, Berlín, Béziers, Nimes, Toulouse, Lisboa, Rabat, Bruselas y Estrasburgo, entre otras.